- Primero- Para expiar todos los pecados que he cometido en éste día, y durante toda mi vida. ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...!
- Segundo- para purificar el bien que he hecho mal en éste día, y durante toda mi vida. ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...!
- Tercero- Para suplir por el bien que yo debía de haber hecho, y que he omitido en éste día, y durante toda mi vida. ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...!
Una religiosa clarisa, recién muerta, se apareció a su abadesa o Madre superiora, mientras que la abadesa rezaba por el alma de la fallecida. En ese momento, la difunta habló, diciendo: "Yo fui admitida directamente al cielo porque mediante esta oración que yo rezaba todas las noches, se pagaron todas mis deudas".
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